Si un hemisferio cerebral (el dominante) almacena los recursos, los sentimientos y las creencias positivas, y el otro hemisferio (el no dominante) almacena los traumas, los sentimientos y las creencias negativas, al activar los hemisferios alternada y secuencialmente, se produciría la activación rápida y secuencial de los mismos, lo cual produciría un intercambio de información (la de cada hemisferio en particular) a través del cuerpo calloso.
Tengamos presente que el cuerpo calloso es una red de unos 50 millones de conexiones. Si cada conexión puede encenderse 20 veces por segundo, como se afirma, el cuerpo calloso puede transferir cerca de mil millones de impulsos de un hemisferio al otro en un instante, de modo que, más allá de cual hemisferio esté activado en un momento dado, ambos lados tienen una increíble capacidad de comunicación entre sí.
Se irían de esta manera rápidamente, cotejando y ligando las emociones y creencias negativas del Hemisferio Derecho, con las soluciones o recursos que el paciente posee en el Hemisferio Izquierdo, (la visión negativa con la positiva, lo extraño con lo familiar) hasta lograr una integración de ambas lecturas o hemisferios. Esto trae, como consecuencia, la modificación de cogniciones y sentimientos negativos, lográndose una manera más realista, factible y adaptativa de percibir la realidad.
Recordemos lo que dijo Albert Einstein: “Solo podemos conocer la realidad a través de una teoría” y cada hemisferio nos hace ver una realidad o una “teoría diferente” de la realidad.
Cuando esta comunicación interhemisférica se bloquea total o parcialmente, bajo estrés, por shock o incredulidad, o sobrecarga del sistema, los hemisferios pierden su capacidad de comunicación y adaptación y como consecuencia aparece la patología en forma de síntomas.
Dra. Laura Aresca – Dr. Daniel Asis
me gustan mucho estos temas ,muchas gracias
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